Buenos Aires peronista
De norte a sur atravesando la ciudad, reviví los pasos de Juan Domingo y Evita.

En la ciudad de Buenos Aires el peronismo no pasa inadvertido. En cuanto a lo político es un partido masivo que genera amores y odios. Específicamente en las calles también se puede sentir la huella del matrimonio más influyente de la historia argentina. Juan Domingo Perón y una de sus esposas, Evita, tienen calles, plazas, monumentos, museos y edificios que marcaron su presencia.

En el nombre de ella

El recorrido puede empezar en el Museo Evita (Lafinur 2988), inaugurado en 2002 en conmemoración del 50º aniversario de su paso a la inmortalidad. La Fundación Eva Perón transformó en 1948 a la residencia de la familia Carabassa en el Hogar de Tránsito número 2. Allí vivieron mujeres carenciadas sin trabajo ni vivienda digna. Tenía capacidad para 90 camas, capilla, patio, enfermería y consultorios. Actualmente, exhibe una exposición audiovisual y elementos históricos como fotografías, zapatos, carteras, vestidos, películas y juguetes.

A poco más de 10 cuadras avanzando por Av. del Libertador está el Monumento a Evita. En la intersección con la calle Austria se levanta una escultura de piedra 20 metros, realizada por Francisco Gianetti e inaugurada en 1999. Lo curioso de la historia es la ubicación. Está emplazado donde murió ella, en lo que era la antigua residencia presidencial. El Palacio Unzué fue demolido años después por el gobierno militar, ya que no era bien visto por los vecinos. En la base de la estatua se lee: “Supo dignificar a la mujer, dar protección a la infancia y amparar la ancianidad, renunciando a los honores”.      

El barrio del presidente

La residencia del mayordomo de la antigua casa presidencial sobrevivió a la demolición y hoy es un bar que se llama “Un café con Perón” (Austria 2601). En una de las mesas está sentado Juan Domingo, sonriente y con un moño negro, como lo esculpió el artista plástico Fernando Pugliese. Cuenta con afiches, libros, microcine y una vitrina con souvenirs partidarios. También sobrevivió lo que actualmente es el Instituto de Investigación Históricas Juan Domingo Perón (Austria 2593), que funciona desde 1995.

Sobre la calle Las Heras, en la plaza que da a la Biblioteca Nacional hay otra escultura de Pugliese que recuerda al matrimonio en sus días felices viviendo en la mansión de Recoleta junto a su perro. En el mismo barrio está el cementerio (Junín 1760), donde el mausoleo de Evita es el punto más destacado. Dentro de la bóveda de fachada de mármol está embalsamada. Su cuerpo había sido robado en 1955 luego de un golpe militar y fue ocultado en un cementerio en Italia. En 1971 con el regreso del exilio de Perón fue repatriado a Argentina y se enterró ocho metros debajo para evitar otro posible robo.

Rumbo al lugar donde nació el amor

Dejando atrás Recoleta, se puede caminar hasta la Avenida 9 de Julio y mirando a la derecha detrás del Obelisco, el único edificio que sobresale tiene un mural de acero de  31 metros. Sonriente y con un rodete, Evita es la figura central en un lugar que significó mucho para ella: ya que es el del Ministerio de Acción Social (Av. 9 de Julio 1925).

Fue realizado por Daniel Santoro replicando el modelo de la icónica imagen del Che Guevara en la Plaza de la Revolución, en Cuba. Del otro lado, mirando hacia el sur está la misma Evita pero ya no sonriente, sino con un micrófono dándole un mensaje al pueblo.

Cruzando la 9 de Julio y caminando por Av. Corrientes, se llega hasta el Luna Park (Madero 420). El mítico Palacio de los Deportes fue sede del primer encuentro de Juan Domingo y Eva. Sucedió el 22 de enero de 1944 en un festival artístico a beneficio de los damnificados por un terremoto en San Juan.  Dicen que fue amor a primera vista. 

Una plaza peronista

Caminando por Leandro N. Alem en dirección hacia el sur, asoma la Casa Rosada. En el balcón que da a Plaza de Mayo se llevó a cabo el episodio que marcó a fuego la historia peronista. Fue el 17 de octubre de  1945 cuando Juan Domingo se asomó para hablar ante un millón de manifestantes. Eran años de gobierno militar y la multitud quería la libertad del coronel Perón, quien estaba preso y luego de ser liberado, ganó ampliamente las elecciones.

En medio de la plaza hay una placa desconocida por la mayoría. Empotrada cerca de la escultura de Belgrano había un manuscrito que escribió y enterró  Juan Domingo Perón para los jóvenes del año 2000. Hoy solo subsiste la placa, ya que durante el gobierno militar que lo derrocó en 1955, quemaron el texto.

El expresidente se las rebuscó para publicarlo. Comenzaba diciendo: “La juventud argentina del año 2000 querrá volver sus ojos hacia el pasado y exigir a la historia una rendición de cuentas encaminada a enjuiciar el uso que los gobernantes de todos los tiempos han hecho del sagrado depósito que en sus manos fueron poniendo las generaciones precedentes”.

Por las calles de Eva

Saliendo de la plaza hacia el este, se encuentra “Evita, el museo del pueblo” (Av. de Mayo 930). Una cuadra antes vale la pena detenerse en el Hogar de la Empleada (Av. de Mayo 869), un hogar de tránsito que pertenecía a la Fundación Evita y donde ella solía tener reuniones. El museo tiene una muestra permanente con elementos históricos, historietas, literatura y hasta el carnet de afiliación a la Asociación Argentina de Actores.

Así como Evita tiene su monumento, también lo tiene Juan Domingo, en la plaza denominada con su apellido. Está frente al edificio de la Aduana con una altura de cinco metros y su típica postura de los brazos en alto. Parado sobre tres escalones que representan la cantidad de veces que fue presidente, está acompañado de unos frisos laterales que representan a peones rurales, niños, aborígenes y ancianos.

Saliendo de la plaza se puede caminar por Azopardo hasta cruzarse en una esquina con el edificio de la Confederación General del Trabajo (Azopardo 802), donde reluce una imagen de Evita. Los bustos del matrimonio dan la bienvenida en la planta baja.

A una cuadra está la actual Facultad de Ingeniería (Av. Paseo Colón 850), imponente con sus columnas neoclásicas. Fue inaugurado en 1948 para ser la sede de la Fundación Evita, pero nunca se utilizó para ese fin, ya que la misma continuó funcionando en la Legislatura porteña (Perú 130).

Para cerrar después de tanta caminata, la recomendación es gastronómica. En el barrio de Palermo está el bar Perón-Perón (Ministro Carranza 2225) que ofrece comida y algunas cervezas únicas como la roja “Montonera”, la rubia “Evita” o la negra “17 de Octubre”. Las paredes tienen grafitis, fotos, bombos, se venden souvenirs y se suele cantar la marcha partidaria.


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