Cerca de la escuela de sus hijos en el barrio porteño de Palermo, Luisa Freixas gira una rueda sobre papel de algodón y platos de madera. Usando la técnica de la xilografía, que tiene siglos de antigüedad, dibuja sus diseños, los talla en madera y luego los imprime en diferentes superficies, desde papel hasta telas.

"Es una técnica muy clásica. Siempre digo que me siento como Rembrandt, pero me gusta darle un toque moderno", explica Luisa.

Los resultados son frescos y vibrantes (más cerca de Matisse que de Rembrandt), con una visión personal inspirada en sus tres hijos y en la flora del Jardín Botánico de Buenos Aires. “Copio la forma en que juegan, la manera de dibujar y trato de ver la naturaleza y la vida silvestre ellos como lo hacen. Ver a través de sus ojos, trepar a los árboles como un niño de ocho años y luego hacer arte a partir de eso", detalla.

Luisa estudió Bellas Artes en el Instituto Santa Ana de Buenos Aires y fue discípula del artista argentino Jorge Demirjian. Su atracción por la tala de árboles llegó de la mano de su interés en el expresionismo alemán y las repeticiones de Warhol. Con una ética de trabajo dedicada, dibuja sus diseños con la mayor concentración, ya sea en su taller o en el Jardín Botánico, e imprime el producto final en la prensa en su taller, pero asume la tarea de cortar sus diseños en madera en todos los lugares a los que va.

“Me gusta el hecho de que puedo llevar la madera a cualquier parte. Me gusta trabajar mucho, así que si mis amigos me invitan a un asado, me llevo la leña y la corto mientras preparan la comida. Supongo que tengo mucha disciplina para trabajar. Me esfuerzo hasta que consiga algo que me convenza. Porque si no hago arte, no sé qué hacer. ¡Me aburro!", cierra Luisa.

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